Cada uno de nosotros tiene un nombre: Juan, Marta, Marcos, Núria... Así nos diferenciamos unos de otros. Pero el nombre lo recibimos en el Bautismo. Éramos pequeños y por eso no nos acordamos. El Bautismo es como nacer en una familia mayor, que tiene un Padre al que llamamos Dios, una madre llamada María, un hermano mayor y muy importante que se llama Jesús, y unos hermanos como nosotros que son todos los hombres y mujeres del mundo, niños y niñas.
Somos, por tanto, hijos de Dios y eso quiere decir que Dios nos ama. Jesús, que es el hermano mayor y más importante y que conoce a Dios mejor que nosotros, nos dijo que lo mejor que podemos hacer es amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas. Pero para demostrar que amamos a Dios, debemos amar a sus hijos que son todas las personas. O sea, resumiendo, que es necesario vivir nuestra vida amando a Dios ya todos. Esto es importante. Podríamos preguntarnos: ¿nos peleamos con los hermanos o compañeros? Si la respuesta es sí, sería necesaria una segunda pregunta: sabemos pedir perdón y perdonar?