Hoy me he detenido ante un semáforo en rojo. Estaba en la salida de la ciudad y he visto otros coches. He visto, especialmente a dos. Uno, no recuerdo el modelo, que podía correr hasta 200/hora, pero iba despacio. He calculado que debía ir a unos 50 Km/hora. El otro era pequeño, no podía pasar de los 80 Km, corría mucho, hasta el máximo.
Yo, estando frente al semáforo, he pensado que las personas somos un poco como los dos coches. Hay niños que tienen muchas cualidades, pero no las aprovechan, van despacio, no se esfuerzan demasiado, no les preocupan los deberes. Otros no tienen tantas cualidades, pero las aprovechan al máximo, se esfuerzan, trabajan, hacen todo lo que pueden.
Quienes no hacen lo que pueden hacen algo de lástima, pero quien da al máximo de sí mismo esparce alegría. Yo quiero estar siempre alegre.