Buenos compañeros

Se cuenta que una vez una almohada y un ciego llegaran al borde de un río.

Querían pasar a la otra orilla, pero no había puente. La coja dijo al compañero:

—Aquí hay un buen paso, pero yo no puedo pasar con una sola pierna.

El ciego se lamentó: —Yo pasaría, si pudiera ver, pero con mi ceguera me hace miedo a caer y ahogarme. ¿Qué podríamos hacer?

—¡Ya lo sé! —dijo el cojo— tú me llevas a hombros, ya que tienes buenas piernas, y yo te iré guiando para que no te metas en ningún agujero.

Así lo hicieron y consiguieron atravesar el río, uniendo sus esfuerzos.