Una historia increible

Jonás se escapaba. Huía hacia el mar. Dios le había dicho que fuera a una ciudad llamada Nínive, para decir a sus habitantes que cambiaran de vida, ya que su comportamiento era demasiado malo. Pero Jonás no hizo caso de Dios y se escapaba pensando que allí no lo vería. Subió a un barco y huía de Dios.

Al cabo de un día de navegar, ocurrió una gran tormenta. Tan grande que el barco estaba a punto de naufragar. Entonces, los marineros comenzaron a rezar a Dios para que los ayudara. Jonás explicó su historia:

"Todo lo que está pasando es por culpa mía", les dijo. "Si queréis que el mar se tranquilice, lanzadme al agua."

Así lo hicieron. Pero Jonás, dentro del agua, estaba asustado y se sentía solo. De repente, apareció una gran ballena y se lo tragó. En el vientre de la ballena estuvo tres días y tres noches y, finalmente, el cetáceo lo vomitó en una playa, que casualmente era Nínive. Allí no tuvo más remedio que decir a los habitantes que se convirtieran porque si no acabarían mal.

La gente le hizo caso y Dios se compadeció. Jonás le dijo a Dios:

"Yo no quería venir porque los ninivitas son enemigos y deseaba que entre ellos se destruyeran."

Pero Dios le contestó:

"¿Es que no tienes compasión de estos niños que juegan por la calle? Piensa en ellos y en las personas y los animales. Yo amo a todos, y a ellos también. ¿No te parece que es buena cosa haberlos salvado?"