Había una vez un niño que había nacido en una habitación oscura y siempre creció en la oscuridad. Solo su madre cuidaba de él...
Un día, cuando ya era un poco más grande, su madre le dijo:
—Tú no lo sabes porque no tienes experiencia, pero al otro lado de estas paredes, afuera, existe el sol.
El niño se asustó, le costaba entender qué era el sol. Pero confiaba en la palabra de su madre y porque ella no podía engañarlo. Algo debía ser el sol.
Hasta que un día, la madre encendió una vela dentro de esa oscuridad y le dijo al niño:
—Mira, el sol es parecido a una vela, pero mucho más grande, y su luz es tan potente que no podemos mirar directamente; además, el sol tiene luz propia.
El niño reflexionó; no lo entendía del todo, pero se consolaba pensando que había entendido que el sol era parecido a una vela.
D. ANTISERI, FILOSOFO ITALIANO
Las personas necesitamos confiar en alguien que nos ama. Nadie llega a este mundo sabiéndolo todo y nadie se va habiéndolo aprendido todo. Necesitamos a aquellos que nos orientan y aconsejan para nuestro bien: padres y profesores. Jesús nos dice que somos como ciegos que necesitan un guía, pero hay quienes reciben consejos equivocados porque los reciben de otros compañeros que saben tan poco como ellos mismos. Escuchad lo que nos dice Jesús.