Los árboles y el fruto

Es extraordinario. Hoy salí a pasear por el campo. Hacía un buen sol y invitaba a caminar. Iba por un camino de tierra y a ambos lados había muchos árboles. Algunos eran de jardín y otros frutales. La mayoría ya ha perdido las hojas, pero los distingo bastante bien. Aquel es un manzano, aquel otro una higuera, más allá una encina. Me puse a pensar: ¿te imaginas una higuera que diera manzanas? ¿Un peral que diera nueces? Sería un problema, porque generalmente conocemos los árboles por su fruto. Si este árbol da manzanas es porque es un manzano, naturalmente.

Con las personas pasa algo similar. Cada uno de nosotros da un fruto diferente porque tenemos características diferentes. Y cada uno de nosotros es conocido por lo que hace. Un chico que estudia es un chico estudioso y un chico que no hace lo que le dicen es un desobediente. Hay quienes se esfuerzan por ser buenos y luego se nota: son amables, ayudan, respetan. Sabemos que su corazón es bueno porque el fruto que dan es la bondad. Jesús nos lo dice en el Evangelio.