Quizás ya hayáis empezado a preparar el día del padre. Es bueno recordar a aquellos que nos trajeron al mundo. Escucharemos hoy el testimonio de una persona. Dice así:
"Un día fui a mi padre con uno de mis muchos problemas. Me contestó, como Jesús a sus discípulos, con una parábola:
—Hijo, ya no eres una simple y tierna rama, como cuando naciste. Ahora has crecido y te has convertido en un arbusto que comienza a florecer y que tiene ramas propias. Te pido que des vida a estas ramas. Debes ser fuerte, para que ni el agua ni el viento te puedan dañar. Debes crecer como los de tu especie, hacia arriba. Un día, alguien vendrá a podar tus ramas y pensarás que te duele, pero no te preocupes, es para tu bien. Te quita lo que está de más. Así te harás fuerte y tus raíces profundizarán más. No te quejes de lo que no salga como quisieras. Sigue creciendo, y cuando te sientas indefenso, cuando sientas que el invierno ha sido muy frío, recuerda que siempre volverá la primavera que te hará florecer... Procura ser como un roble, nunca un bonsái".