Una vez le preguntaron a un escultor de una famosa catedral gótica.
—¿Por qué pierdes el tiempo haciendo tantos detalles en las esculturas de ahí arriba la torre, si desde abajo apenas las ve nadie?
Respondió el escultor con un gesto de íntima satisfacción:
—¡Porque están más cerca del cielo y Dios no se pierde ni un detalle! Las obras bien hechas siempre gustan a Dios y llenan el corazón de gozo de quien las hace, aunque los hombres no se fijen.