Anna es una mujer joven que ha perdido el amor del su esposo. Se siente interiormente vacía e inútil. Toma la decisión de vender el anillo de boda que lleva al dicho. Como quien nada, entra en la orfebrería. El viejo orfebre coge el anillo, lo sopesa, mira con atención la fecha de la boda grabada en el interior y, finalmente, se decide a ponerlo sobre la balanza. Después mira a la mujer de hito en hito y le dice enigmáticamente:
—Este anillo no pesa nada. Mire, ni siquiera se ha movido la balanza. ¿No será que su marido todavía vive? ¿Sabe? Es que ningún anillo pesa nada por separado. Sólo pesa junto a la pareja. Mi balanza de orfebre tiene una particularidad: no pesa el metal, sino toda la vida del hombre y también el suyo destino.
La mujer bajó los ojos, cogió el anillo y va salir de la tienda sin decir una palabra. Desde entonces nunca se atrevió a pasar por delante de la tienda, porque esos ojos del viejo orfebre todavía los llevaba clavados dentro del corazón.
KAROL WOJTYLA (JOAN PABLO II), El taller del orfebre