La oración debe llevar al compromiso

Había una vez una mujer muy devota y llena de amor por Dios. Tenía la costumbre de ir a la iglesia cada mañana, y en el camino solían rodearla niños pobres y mendigos, pero ella estaba tan absorta en sus devociones que no les prestaba atención.

Un buen día llegó a la iglesia justo cuando comenzaba el culto y estaba cerrada. Empujó la puerta, pero nadie abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y vio que la puerta estaba cerrada con llave.

Se angustió porque no pudo asistir al culto por primera vez en muchos años. Sin saber qué hacer, miró hacia arriba y... justo allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con un alfiler.

La nota decía: —Estoy aquí fuera. ANTHONY DE MELLO