Un ex-prisionero de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo que había compartido con él tan penosa experiencia. De tanto en tanto solían encontrarse para comentar aquel tiempo terrible de horror y crueldad. Tras saludarse como hermanos, la conversación recayó sobre el tiempo pasado y los recuerdos que afloraban a sus mentes. En un momento de la conversación el visitante preguntó a su amigo:
- “¿Haz olvidado ya a los nazis?”.
- “Pues no. Aún sigo odiándolos con toda el alma”.
- “Entonces - le dijo apaciblemente se amigo-, aún siguen teniéndote prisionero”.
Nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes nosotros odiamos.
(Anthony de Melo)