María, tras recibir el Anuncia del arcángel Gabriel, se puso en camino, ni corta ni perezosa, hacia la casa de Isabel que estaba encinta, para ofrecerle su compañía y ayuda. María deja sus contemplaciones y hace una visita que no es de compromiso. Isabel, ya mayor, necesitaba ayuda y ella se la ofrece mostrando su gran oración y, al mismo tiempo, su servicio. Cuando María llegó a la puerta, entró la alegría en casa. Isabel, al recibirla exclamó: “Tan pronto como llegó la voz de tu saludo a mis oídos, saltó de gozo el niño en mi vientre. Bendita tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.
María, mensajera de alegría, nuestra Señora del Gozo, estrella de la luz, sonrisa en los labios... nos enseña con su actitud a servir con alegría y gozo -nunca de mala gana- a las personas que nos necesitan.