Antonio de Padua nació en Lisboa y vivió y murió en Padua. Antonio poseía una personalidad fuera de serie. No en vano, desde el día en que murió, se le recuerda con admiración, a pesar de haber muerto muy joven, a los 35 años.
Antonio salió de su tierra. Andando llegó a Asís. Allí conoció a Francisco, y se añadió al grupo naciente de los franciscanos. Lo suyo era predicar. Su palabra y su vida eran arrolladoras por la fuerza de su convicción y su fe. La gente le seguía a todas partes, y cuando se sabía que iba a hablar Antonio, se llenaban las plazas de las grandes ciudades para oírle.
Así recorrió un montón de veces el sur de Francia y el norte de Italia. Se quedó a vivir con austeridad en Padua, que está a unos kilómetros de Venecia.