La Biblia nos recuerda que la misión primaria de los ángeles buenos es la glorificación y servicio de Dios y que la misión secundaria es proteger a los hombres y velar por su vida y su salvación. La religiosidad cristiana siempre ha creído que cada creyente tiene su particular ángel de la guarda desde el día de su bautismo. Es sentencia teológica cierta, que se apoya en una frase de Jesús: “Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños, porque, en verdad os digo, que sus ángeles ven continuo en el cielo la faz de mi Padre que está en los cielos”( Mt 25, 41).
San Basilio, san Gregorio Taumaturgo y san Jerónimo hablaban con claridad de este santo ángel que cada uno lleva a su lado desde el día de su bautismo: “Cada uno de los fieles tiene a su lado un ángel como educador y pastor que le dirige su vida”.