El día 7 de octubre de 1571, fue un día de excepcional importancia para la cultura de Occidente. El Imperio turco dominaba el Oriente, y tenían preparada una enorme flota para vencer a Occidente; de hecho, el sultán Selim II decidió apoderarse de la isla de Chipre. Luego pensaba llegar a Italia y entrar en Roma.
Felipe II organizó una flota. Puso a D. Juan de Austria a su mando, y un día como éste se libró la batalla de Lepanto. Ya sabéis lo que decía Cervantes de aquella batalla: “No he podido dejar de sentir que se me note de manco, como si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperar ver los venideros. Y si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa, que sano ahora de mis heridas, sin haberme hallado en ella”.
El caso es que, en aquella ocasión, toda la cristiandad estaba en peligro. Y los creyentes rezaban, en unión del papa san Pío V. Y la oración que todos rezaban era el Santo Rosario en honor de la Virgen. La batalla se ganó. Y de ahí que se estableciera la fiesta de Nuestra Señora del Rosario en el día de hoy.