“Dichoso el hombre que aguanta en la prueba, porque, una vez acrisolado, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que lo aman. Ninguno, al verse incitado a pecar, diga: “Es Dios quien me está incitando a pecar”; pues nadie pude incitar a Dios para que haga el mal, y él no incita a nadie a pecar. Cada uno es incitado a pecar por su propia pasión, que lo arrastra y lo seduce. Después la pasión concibe y da a luz al pecado, y el pecado, una vez consumado, origina la muerte”.