“¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe? Si un hermano o hermana están desnudos y faltos de alimento cotidiano, y uno de vosotros le dice: “Id en paz, calentaros y saciaos”, pero no les da lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe: si no tiene obras, está muerta en sí misma. También se puede decir: “Tu tienes fe, yo tengo obras: muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe”.