Se puede afirmar que la obra capital que llevó a cabo Manyanet a lo largo de toda su vida fue su propia santificación. Fue la arcilla dócil consistente en las manos del Señor, el cual obró maravillas en él. Como seminarista y en el desempeño de su ministerio sacerdotal buscó siempre la gloria de Dios y el bien del prójimo sin descuidar el cultivo de la propia vida interior. Después de la profesión religiosa "lo hizo todo por la Sagrada Familia".
El programa de vida que se impuso fue de una total fidelidad a los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia en el marco de las Constituciones y de la Congregación. Así de Fundador se convirtió en modelo para todos los hijos de la Sagrada Familia y las personas que le trataron durante toda su vida.
Quienes le conocieron destacan su bondad, su rectitud de intención, su sinceridad y nobleza, su obediencia y humildad, su infatigable trabajo y austeridad, su generosidad con los pobres, su espíritu de oración y contemplación, su mortificación y aceptación de la voluntad de Dios, la unción con que celebraba la Misa, su continua meditación de las verdades eternas; en definitiva, su fe, esperanza y caridad.
José Manyanet murió el 17 de diciembre de 1901 y sus restos mortales se guardan en la capilla - panteón José Manyanet murió el 17 de diciembre de 1901 y sus restos mortales se guardan en la parroquia san José Manyanet de San Andrés. El Papa Juan Pablo II declaró u heroicidad en la práctica de las virtudes el día 12 de julio de 1982 y lo canonizó (declaró santo ante toda la Iglesia) el día 16 de mayo de 2004.