“Un párroco norteamericano, con gran sentido del humor, cansado ya de las mil y una excusas que sus parroquianos le daban por no asistir a misa, publicó en la hoja parroquial diez razones para justificar “no bañarse”:
. No me baño porque me obligaron a hacerlo de niño.
. La gente que se baña son unos hipócritas, porque piensan que ellos son los más limpios que los demás.
. Existen tantas marcas y clases de jabón, que no sé cual de ellas escoger.
. Yo tuve la costumbre de bañarme, pero hace tiempo la interrumpí.
. Me baño sólo en ocasiones especiales, con la Navidad o Pascua.
. Ninguno de mis amigos se baña.
. Volveré a bañarme de nuevo cuando esté más viejo y más sucio.
. Yo no puedo malgastar mi tiempo en bañarme.
. El cuarto de baño nunca está acomodado al clima: en invierno demasiado frío y en verano demasiado caluroso.
. La gente que fabrica los jabones sólo lo hace para ganar dinero. A ellos que les importa que yo me bañe o no”.