Todos sabemos quien fue José, carpintero de Nazaret, esposo de María la madre de Jesús. De él no se recoge ninguna palabra en todo el Evangelio. Quizá esta lección silenciosa de san José pueda enseñarnos mucho en un mundo en el que hablamos más de lo que pensamos y a veces decimos más de lo que sentimos. Es difícil hoy día, inmersos en la imagen, el ruido y el sonido, callar y meditar el silencio. Frecuentemente oímos pero no escuchamos, leemos pero no pensamos, decimos pero no dialogamos. Caminamos con los auriculares puestos o el móvil en el oído pero somos incapaces de mirar y escuchar a quien pasa a nuestro lado.
San José habló más con gestos y silencio que con palabras; habló con su humildad; habló con su obediencia, aceptando lo que Dios le pedía; habló con su trabajo hecho de esfuerzo y de entrega; habló con su responsabilidad dedicándose enteramente al trabajo que le habían encomendado. Es el patrón de la Iglesia y en su fiesta se recuerda el día del Seminario para rezar al Señor por las vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal.
El P. Manyanet encontró en san José un modelo y ejemplo para todos los religiosos de la congregación que el fundo y para los padres.